Autora

Rocío Cartagena Garcés

domingo, 20 de diciembre de 2015

Apuntes de un crítico de la obra


En una mesa, un día cualquiera, en algún lugar del planeta, un grupo de personas están comentando las noticias sobre un niño que mató a otro mientras jugaban, y sobre una niña de cuatro años que fue accidentalmente asesinada en la calle cerca de la media noche. Todos cuestionan la nula presencia del Estado y critican la labor del presidente del país. Ninguno se preguntó: ¿Dónde estaban los papás de esos niños? o ¿Qué hacia una niña en la calle a esas horas de la noche? ¿Por qué atribuir responsabilidades solamente al gobierno de turno? Por alguna razón, un ciudadano inteligente instaló un cartel, en la entrada de una institución escolar, con las siguientes palabras: “Traiga a sus hijos ya educados, porque acá solamente impartimos conocimiento”.

¿Y qué tiene que ver esto con educación sexual?, preguntaría cualquiera que haya leído solamente el título del libro. Hay que decir entonces que el trasfondo de cualquier problemática social es la carencia o ausencia de VALORES, que éstos tienen una profunda relación con la vida sexual de las personas, que se deben inculcar prácticamente desde el nacimiento, y que los primeros y principales protagonistas son los padres. Todo en este mundo está fina e íntimamente ligado a la energía sexual de los seres humanos, energía que debe ser objeto de educación por parte de sujetos preparados y capaces, enseñando mediante EL EJEMPLO que brindan, plenamente conscientes de su rol y de su misión.

Relativo a la sabiduría para educar, un sabio anónimo expresó que: USTED, mientras más le grite a su hijo, más le demuestra su falta de control y su debilidad, logrando que su mensaje carezca de autoridad, más aún, si no dice LA VERDAD. Los niños, con una capacidad intuitiva extraordinaria, cada vez mayor, captan el descontrol y esto los induce a entablar una lucha de poderes que finalmente obstruye e impide un normal proceso educativo.

En relación con los prejuicios alrededor de lo que se considera normal, y lo que no, un cierto sector heterosexual se opone a la adopción de hijos por parte de parejas homosexuales, hasta que un ciudadano que sí pensó en los niños abandonados (antes que en los prejuicios de “adultos” claramente maleducados) les envió el siguiente mensaje: “Si ustedes no quieren que parejas de homosexuales eduquen a los niños, entonces pídanle primero a las parejas de heterosexuales que dejen de tener los hijos que no desean”.

A pesar de la lógica aplastante de lo anterior, y de imperativa necesidad de cambiar el modo de educar, la presente obra quizá encontrará detractores en el camino, porque es más fácil destruir las cosas que ayudar a componerlas, y mucho más sencillo criticar la labor de terceros sin haber ayudado en algo, anteponiendo equivocadamente los prejuicios a la sabiduría, No obstante este lógico pesimismo, basado en la experiencia del contacto con personas corrientes que olvidaron el verdadero propósito de su existencia, agradezco de corazón haber tenido acceso a este material antes de su publicación, porque es claro que transformará positivamente la vida de muchas personas que, acaso se están gestando en este momento, y que quizá vienen a este mundo con la misión de colaborar en el firme propósito de ayudar a enderezar el rumbo de la humanidad, y merecen de antemano el apoyo de esta obra.

Que si alguien se opone a la difusión de esta obra, o cuestiona la calidad de sus contenidos, sea porque tiene una propuesta mejor y más eficaz. La autora estaría feliz de saber que no está sola en el plan de lograr su propósito.

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