La
experiencia docente sobre la realidad de Colombia fue la base de este libro y
de la serie de talleres que lo complementan, pero el hecho de que la vida
sexual es un factor común a todos los seres humanos, introdujo el interés por
mirar la realidad de este país en comparación con “realidades cercanas” de
Latinoamérica, permitiendo corroborar que, con ciertas diferencias de legislación
e insuficientes avances en materia de educación sexual, el contenido de esta
obra también abarcaba a los otros países de la región y respondía a sus imperiosas
necesidades de solucionar sus falencias en esta materia. Entonces se hizo necesario
conocer un poco acerca del tema en latitudes más lejanas, con el tímido deseo
de tomar y replicar todo lo bueno de esas “otras realidades”, llevando a concluir
que el mundo no era en definitiva ese lugar “civilizado” que algunos creían o
querían hacer creer.
En los países subdesarrollados la gente vivía
a medias e intentaba saciar sus carencias y sus vacíos por la vía del sexo
casual. En los países desarrollados la gente se suicidaba y llenaba los
consultorios de psicólogos y psiquiatras porque también estaba perdida y
confundida. En síntesis, estábamos en un mundo tecnológicamente avanzado, pero
desorientado y carente de los valores intrínsecos de una genuina civilización.
En políticas de educación sexual, dependiendo
del lugar, se dieron grandes giros. En Dinamarca, por ejemplo, las clases de
educación sexual ya no sólo estaban enfocadas en prevenir los embarazos, sino
en su perspectiva positiva, explicando
cómo tener hijos, debido a la elevada
reducción de la tasa de natalidad, algo bastante generalizado en toda
Europa. El trasfondo de esto, era la preocupación por el tránsito hacia futuras
economías con menos trabajadores jóvenes en proporción con la cantidad de
jubilados.
No obstante, las posturas más conservadoras
coexistentes dentro del Parlamento Europeo trataron siempre de frenar aquellas
iniciativas que podían generar avances en los derechos sexuales de las mujeres
y progresos en el acercamiento a la igualdad de género. Tales posturas se
opusieron, por ejemplo, a garantizar el derecho al aborto también en el caso de
las menores de edad, e incluso se han
manifestado en contra de que se garantice el acceso de los jóvenes a los
preservativos, se ofrezca reproducción asistida a mujeres solteras o lesbianas,
y de que los alumnos de primaria y secundaria reciban educación sexual en la
escuela. Las razones eran tan diversas como absurdas, y en nada acordes con el
“civilizado” viejo continente.
Una mirada, dirigida hacia cualquier lugar
del mundo, mostraba sin excepción un panorama desolador, consecuencia del mal
uso de la energía sexual, construido sobre inexistentes o equivocados modelos
de educación al respecto. Como una de tantas acciones paliativas ante el
desastre, en 2008 la UNESCO emprendió un programa de trabajo enfocado en la
educación sexual, con el fin de impartir orientación técnica sobre la manera de
mejorar la prevención del VIH entre los jóvenes en los establecimientos de
enseñanza, algo que vino a ser un emprendimiento tardío a la luz de los hechos,
tal como ocurrió con un programa más antiguo centrado en el control de la
natalidad. Sin embargo, la UNESCO ha hecho esfuerzos en general en educación
sexual, mediante recomendaciones, por ejemplo, acerca de lo que debe saber un
niño sobre sexo.
El modo de manifestar la energía sexual tiene
más relevancia de la que es posible imaginar y las relaciones sexuales son de
suma importancia para el bienestar general. Si nuestro acercamiento a la
sexualidad no es el adecuado, tendremos enfrente un gran obstáculo para nuestro
desarrollo espiritual. Es imperativo entonces que cada uno reconozca el
verdadero valor y transcendencia de su individualidad, de su identidad, de su
cuerpo, y de las diferencias de género, hasta llegar a la plena comprensión del
verdadero significado de ser “hombre” y ser “mujer”, reconociendo su lugar en
el orden del mundo, ya que ambos seres, de manera complementaria, tienen una tarea
excepcional con la descendencia. La mujer da la forma visible, pero no puede
lograrla sin el hombre. Ambos, aunque en apariencia son diferentes, son dos
mitades iguales, son pares al mismo nivel. Ninguno superior o mejor que el otro,
en ninguna circunstancia. La batalla de los sexos es un enfrentamiento inútil.
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